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Flix, una contaminación de 500 millones

Flix (Ribera d’Ebre) cuenta los días que faltan para que el río, su río, quede despejado de máquinas y tabiques. Los trabajos para limpiar las más de 700.000 toneladas de fangos altamente contaminados por metales pesados, compuestos químicos y residuos radionucleidos del lecho del Ebro se han alargado más de lo previsto, pero finalmente han acabado la pasada semana. Sin embargo, con el dragado listo Flix no se liberará aún de la colosal piscina que parte en dos las aguas justo enfrente de la planta química de Ercros. El tramo puesto en cuarentena, de 3 kilómetros de perímetro, seguirá confinado hasta que quede sellado el vertedero de El Racó de la Pubilla, el destino final donde se entierran los residuos. Y esto en ningún caso podrá ser antes del verano próximo.

El retraso de más de un año y medio en el arranque de los trabajos llegó a amenazar con la posibilidad que la Unión Europea bloquease los fondos para subvencionar la obra. Hubiera sido un mazazo para la viabilidad del proyecto porque Bruselas paga el 70% de los 165 millones de euros en que está tasado el saneamiento. El apremio para poner en hora la faena ha obligado a los operarios a turnarse para completar jornadas de trabajo de 24 horas.

Pero los costes que han dejado los más de cien años de actividad en la planta de Ercros podrían ir mucho más lejos. Una tesis doctoral de Marta Pujadas, del Instituto de Ciencia y Tecnología Ambientales y dirigida por Agustí Nieto-Galán y Joan Martínez Alier, catedrático de Economía e Historia Económica por la UAB, cifra entre 400 y 500 millones de euros el pasivo ambiental. Para llegar a esta cifra, Pujadas tiene en cuenta las afectaciones a la salud de los vecinos que ha tenido la fábrica, la descontaminación de la parte del río, ahora ya limpia, y el saneamiento de una parte del terreno en el que se encuentra la planta de Ercros. Por ahora, Ercros solo ha sido condenada a pagar un 5% del coste de limpieza del pantano de Flix, que se prevé que será de entre 190 y 226 millones de euros. La empresa, que defiende que nunca ha sido declarada culpable por un “delito de contaminación continuada”, tenía en 2014 provisionada una contingencia para satisfacer el coste de las actuaciones de saneamiento del pantano de Flix por un importe de 9,96 millones de euros, tal como consta públicamente en las Cuentas Anuales remitidas por la compañía a la CNMV.

En la década de los sesenta, cuando en la localidad vivían más de 5. 000 personas, casi una cuarta parte de la población activa trabajaba en la fábrica. En aquella época, “aun con la existencia de ciertas voces críticas a lo largo del siglo y la conciencia que la actividad de la química no podía ser inocua, se ha impuesto entre la población la visión colectiva de la mejora en el bienestar individual producido por el hecho de poder trabajar en la fábrica”, argumenta Pujadas. Una visión que fue cambiando a medida que la planta daba menos trabajo a los vecinos. El alcalde de Flix, Marc Mur (Entesa per Flix), acepta que la percepción de sus vecinos respecto a la química ha evolucionado pero es contundente cuando afirma: “El pueblo jamás ha aceptado cambiar salud por puestos de trabajo”.

Hoy queda trabajo, pero menos. La plantilla de Ercros es de 119 trabajadores y produce 770.000 toneladas anuales de sosa cáustica, cloro, hipoclorito sódico, ácido clorhídrico y fosfato dicálcico. Pero su tecnología es obsoleta y podría ser que la planta cierre en menos de dos años. El 11 de diciembre de 2017 termina el plazo legal para la utilización de tecnología de mercurio en los procesos de fabricación de cloro y sosa cáustica en Europa, por lo que a partir de esta fecha solo se podrá usar tecnología MTD (mejor técnica disponible). Desde la empresa aseguran que el “elevado coste” para adaptar sus instalaciones a la normativa europea solo estaría “justificado” si el precio de la sosa cáustica mejorara en este periodo de tiempo y la demanda de cloro se mantuviera estable. El futuro de la planta queda en el aire.
44% del suelo contaminado

Tampoco está claro qué sucederá con las más de 40 hectáreas de terreno que ocupa la fábrica si esta acaba cerrando sus puertas. “Según la normativa europea, Ercros tendría que hacerse cargo de la descontaminación de los terrenos, pero todo depende de la Generalitat”, recuerda Pujadas. Un estudio encargado por la propia empresa revelaba que un 44% del suelo de la planta tenía “niveles de contaminación significativos”, principalmente por compuestos organoclorados. Para que la empresa se haga cargo de los trabajos de limpieza, la Agencia Catalana de Residuos tendría que determinar que estos son un riesgo para la salud. Todo hace indicar que esto no sucederá, adelanta Pujadas, ya que estos productos están aislados y son poco volátiles. Pero es así si no se remueve la tierra y los terrenos no son reutilizados. “Están hipotecando el uso de ese suelo”, advierte la investigadora, que calcula que solo la descontaminación de un 20% de las 40 hectáreas de terreno podría superar los 100 millones de euros.

Font: El País

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