Article – ¿Eficiencia? ¡Hablemos de eficacia en la gestión del agua!
Autor: Eloi Badia
En los debates del agua aparecen muy a menudo conceptos altamente ambiguos y tramposos. Cualquier persona, sea quien sea, empieza a utilizar palabrejas que apenas se han descrito como si fueran las suyas y las correctas para definir las cosas.
De repente la sala se pone a hablar de eficiencia, de tecnología, de consumos… y buscamos rendimientos en la gestión del agua, rápidament lo que era un servicio se convierte en un juego de números, en cuadrar los ingresos y los gastos y en contabilizar el agua y los costes.
Pero si uno se para, a pensar o a escucharse a si mismo, y piensa que es lo que realmente le interesa y nos interesa veremos que no se trata de eficiencia, sino de otra cosa, seguramente de eficacia. En todo caso de un concepto que ponga los valores, las responsabilidades, la sostenibidad o la ética, entro otros, en el corazón de los argumentarios.
Así, mientras la eficiencia nos habla de como usamos los recursos, la eficacia nos habla de como conseguimos los objetivos. Entonces, ¿alguien me podría decir como garantizar la calidad de vida o la dignidad humana partiendo del consumo de recursos? De verdad, un sin sentido. Hablemos pues de la eficacia del sector público y del sector privado del agua en el objetivo de conseguir un servicio universal y sostenible, es decir, de como implementar verdaderamente la vocación de servicio público.
Si la eficacia social es conseguir un servicio justo y democrático, ¿qué podemos decir de procesos de privatización que se impulsan sin participación ni consulta social y que sin aparecer en ningún programa electoral hipotecan el servicio durante 50 o más años?
Si la eficacia económica es conseguir un servico asequible para toda la población, ¿como puede ser más justo un servicio que obliga a los ciudadanos a pagar un beneficio industrial y unos dividendos? Es decir, pagar el lucro privado para el disfrute de su derecho humano al agua y saneamiento. Y no sólo eso, sinó que también se pagan infinidad de intereses que poco tienen que ver con la gestión municipal, como són las aventuras en el exterior para ampliar su mercado de negocios, la entrada en las universidades, en los medios de comunicación o las campañas publicataris y las inversiones financieras.
Si la eficacia técnica es brindar un servicio de calidad, ¿como se puede conseguir cuando se pasa de la vocación de servicio al interés fianciero? Eso supone, además, la implementación de cinco medidas principales:
- Subida de tarifas debido a los nuevos y ilegítimos costes ya descritos.
- Reducir las inversiones: no se realizan ampliaciones de la red, no se mejora de infraestructuras, etc.
- Menor mantenimiento de las instalaciones y su consequente acceleración del desgaste
- Despidos y externalizaciones, no hace falta hablar de eficacia laboral ¿verdad?
- Opulentas subcontrataciones a empresas del mismo grupo coportativo para todas las actividades asociadas
Y que decir de la eficacia ambiental, cuando el mayor interés corporativo es la fragmentación del ciclo integral del agua, es decir, entrar en las partes que puedan ser lucrativas y dejar al sector público las deficitarias. Así no sólo nos encontramos con un servicio privatizado sin ninguna responsabilidad ambiental sino que además esa privatización nos brinda un modelo público hipotecado, tan deficitario, que tampoco podrá desarrollar políticas ambientals, ni sociales.
Finalmente para aquellos, que sigan pensando, inexplicablemente en eficiencia, me pregunto como puede ser eficiente un modelo que fija en los contratos de concesión los consumos, que cobra el total del agua haya o no haya pérdidas y que no puede implementar políticas de ahorro pues le genera descompensaciones presupuestarias. Amig@s que no nos engañen, no se engañen.
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