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La tragedia de lo privado

En todo el mundo, los trabajadores y las trabajadoras de los servicios públicos, junto con el resto de la ciudadanía, no solo están defendiendo los servicios públicos, pues también luchan por hacerlos más democráticos y receptivos ante las necesidades y los deseos de las personas.
 
Esta es la conclusión de “La tragedia de lo privado, el potencial de lo público”, un informe publicado por ISP (Internacional de Servicios Públicos), que se refiere al funcionamiento de esas alianzas en distintos niveles: local, nacional e internacional.
 
Tales alianzas se desarrollan en un momento en el cual la privatización de las compañías y los servicios públicos es una vía que se ha intentado y ha fracasado.  Las críticas a la privatización abundan y son generalizadas.  Esta situación está llevando a que cada vez se tomen más decisiones, especialmente en el ámbito local, que apuntan a retornar los servicios públicos bajo control oficial.
 
El fracaso de las privatizaciones lo evidencian varios escándalos sonados.  Desde la época de Margaret Thatcher, Gran Bretaña ha sido un campo de pruebas para la privatización y ha sido testigo de algunos de sus peores casos.  Uno de los últimos fue el de la multinacional G4S, que prometió miles de puestos de trabajo para las Olimpíadas de Londres 2012 y estos nunca se materializaron.
 
Y antes de eso estuvo Serco, una compañía que se construyó montándose en la espalda de la propia privatización, a la cual se le pescó dejando sin personal suficiente el sistema de emergencias fuera del horario laboral habitual del Servicio Nacional de Salud (NHS) y que después admitió haber falsificado datos para ocultar este hecho.
 
Y otro contratista de servicios informáticos, Atos, proporciona exámenes que se utilizan para declarar a personas con alguna discapacidad como ‘aptas para trabajar’ y, de este modo, propicia que se les retiren las prestaciones sociales (y sigue haciéndolo a pesar de que algunas de estas personas han muerto a raíz de esta práctica).
 
Estas y muchas otras catástrofes cotidianas articulan nuestra referencia, en el título, a ‘la tragedia de lo privado’.  Usamos esta expresión para poner de relieve lo fundamentalmente inadecuado que resulta aplicar la lógica del negocio privado, basado en maximizar las ganancias, a la gestión de recursos compartidos, tanto naturales como sociales, y a la satisfacción de necesidades sociales.
 
El término da la vuelta a la expresión ‘la tragedia de los comunes’ (referido al patrimonio común), que es un ataque a la idea de que las personas, si disponen de condiciones adecuadas, pueden gestionar recursos comunes de forma eficaz y colectiva en pro de un beneficio compartido.
 
La tragedia de todo aquello que se opone al patrimonio común –lo privado, en particular– emana del supuesto de que las personas solo actúan en su interés propio e inmediato (en lugar de tener en cuenta los beneficios mutuos y las interdependencias) y que no se comunican –no hablemos ya de colaborar– en lo que se refiere a problemas compartidos.
 
‘El potencial de lo público’, en cambio, parte precisamente de esa conciencia de la interdependencia y de los principios de sostén, cuidado mutuo y colaboración que surge de ella.  Todos estos elementos se ponen de manifiesto en las luchas para defender los servicios públicos que recogemos en este informe.
 
En algunos países y en algunos servicios, este potencial es evidente por la alta calidad de los servicios existentes, sobre todo por la sensibilidad de los trabajadores y las trabajadoras de primera línea ante las necesidades de las personas.
 
Sin embargo, en ocasiones, las instituciones públicas han perdido la capacidad de responder a las necesidades cambiantes de las personas por ser demasiado burocráticas y jerárquicas o incluso corruptas, de forma que la lucha para defender los servicios públicos entraña también generar la presión democrática necesaria para mejorarlos y reformarlos.
 
El problema radica en cómo –con qué tipos de organización– hacer realidad este potencial.  La respuesta está en la experimentación y en las lecciones que en la práctica nos enseñan los intentos para encontrar soluciones.
 
Autora: Hilary Wainwright es investigadora sobre nuevas formas de responsabilidad democrática en los partidos, los movimientos y el Estado.  Coeditora de la revista Red Pepper, de la nueva izquierda brtánica y Directora de investigación del proyecto New Politics del Transnational Institute (TNI).
 
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