Llobregat, Cardener i Anoia

Repor Tve – Se lavan las manos – Prou Sal

En Súria y Sallent, en la provincia de Barcelona, la empresa Iberpotash acumula una montaña de residuos

En 1998 la mina de Aznalcóllar, en Sevilla, provocó un enorme desastre ecológico

Flix, más de 2 millones de toneladas de vertidos tóxicos al cauce del Ebro

La actividad industrial provoca en algunos casos, efectos sobre el medio ambiente difíciles de evitar. Sin embargo, la necesidad de puestos de trabajo hace que se sacrifique la ecología por la economía. Repor ha visitado tres poblaciones de la geografía española donde empleo y riesgo medioambiental van de la mano.

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Aznalcóllar: entre el miedo y la esperanza

En Aznalcóllar los vecinos parecen haber pasado página del desastre natural provocado por los vertidos de 1998. Como nos comentan: “Aquí pasó lo que pasó y ya está, las cosas se han arreglado. Si la mina da trabajo ¿por qué no explotarla?”. La Junta de Andalucía ha dado luz verde a la reapertura de la mina mediante concurso, con la condición de que Boliden no participe en él.

Pero hay voces discordantes como la de Antonio, de Ecologistas en Acción que opina: “¡ojo! no se puede cambiar puestos de trabajo por ecología”. La previsión es que la mina pueda emplear a más de mil personas.

Súria y su montaña de sal

Las minas de potasa explotadas por Iberpotash acumulan una montaña de residuos salinos de más de 20 millones de toneladas. Miembros de la organización vecinal Prou Sal denuncian que hay  filtraciones de sal que contaminan las aguas de la comarca: “Este agua que todo lo que toca lo mata, va a parar al río del que todos bebemos”.

Potabilizar este agua significa, como nos dicen: “que entre todos pagamos lo que la empresa contamina”. Para Lluís Fàbregas, uno de los responsables de la empresa: “gran parte del subsuelo de la comarca del Bages es salino, por tanto la salinidad es natural”. Iberpotash da empleo a más de mil personas.

Flix, más de 2 millones de toneladas de vertidos tóxicos al cauce del Ebro

La empresa química Ercros ha sido durante más de un siglo el único motor económico de Flix. Hasta mediados de los 80, la empresa vertía los residuos de su actividad al río Ebro sin ningún tipo de control: “la fábrica era dueña de hacer lo que quería, y todos sabíamos que todo lo tiraban al río” nos comenta un ex trabajador.

“Hubo connivencia con la industria, pero la industria tiene sus ventajas y sus inconvenientes”. Ahora, las miles de toneladas de lodo tóxico están siendo retiradas del río mediante un proyecto participado por la UE y España.

Hoy la fábrica apenas emplea a unos 50 trabajadores cuando había llegado a tener una plantilla de 1500 personas, y sobre ella, la amenaza del cierre.

Font: rtve

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